ESTAMOS VIVOS, NÉSTOR VIVE
Si él nos enseñó a no creerles, vos les vas a creer ahora?.
MURIÓ KIRCHNER, titulan en una mezcla de cínica solemnidad y solapada euforia.
Qué te pasa Clarín?. Estás nervioso?. Quería que me saliera y no me salía porque una ver más quería creer que nos estaban mintiendo.
No sabes que los Grandes no se mueren. Que las Banderas suben más alto. Que las expresiones del Pueblo viven, se reproducen y se agigantan en el Pueblo y en la Historia.
Acaso alguien puede decir que Evita se ha muerto, el General. Que el Che se ha muerto.
Vos tampoco lo podés entender.
Haces bien. El dolor no deja. Es un momento clave, trascendente, bisagra, anhelado y esperado en la historia. En esta lucha por la recuperación de la dignidad que empieza a asomar.
Lo necesitamos demasiado. Es un hombro y una espalda demasiado grande como para que la decidida marcha de Cristina no lo sienta. Como para que a esta alegría resurgente de un pueblo castigado pero que no entrega sus banderas no le afecte.
Es un mazazo al corazón. Directo. Colectivo.
Está más vivo que nunca. Lo sé. Pero necesito creerlo. Lo necesito a él. Necesito la confianza que me da saberlo al frente. Que en la negociación y el consenso no se bajan banderas. Y en eso solo Cristina y él.
Dicen, “se ha ido el más grande estadista”. Otros, “el artífice de la integración Latinoamericana”. “el que nos sacó del infierno”.
Por eso salgo. Recorro. Miro. Y descubro.
No es ese su mérito. No es en su persona donde radica la certeza de la Victoria.
Está en nosotros y en los que nos siguen.
Ese es su mayor mérito.
Por primera vez nos mostró la cara de los que nos robaros las la decisiones, los que se quedaban con nuestro esfuerzo. Los que no nos dejaban pensar ni ver ni sentir. Los que nos habían dejado sin sueños.
Hoy podemos ver de cerca y bien de frente a los oscuros poderes de la antidemocracia, que bajo formas de concentración económica, cipayismo mediático entreguismo político o militarismo residual, pretende someter la voluntad del pueblo y sojuzgar su capacidad de decidir sobre su propio destino.
Y lo más. Pasé por la plaza. Llegué al partido. Las lágrimas y el llanto de adolescentes y jóvenes; secundarios, preuniversitarios, universitarios; trabajadores tempranos y actores solidarios. Sus pancartas colgadas, sus pintadas precarias.
Lo pude ver muy claro.
Recuperaron el derecho a soñar. La esperanza y la conciencia de saber que en su lucha y su esfuerzo está la posibilidad de hacer realidad esos sueños. Como nosotros hace tiempo.
Y tenían bien claro donde estaba y quién les había mostrado el camino. Y también tenían muy en claro quienes pretendían arrebatarles esos sueños. Cerrarles el paso. Confundirlos desde los medios.
Entonces me di cuenta.
Un gran hombre, al fin y al cabo, es un hombre. Pero cuando expresa los sueños de un pueblo, un Proyecto, su dimensión fisiológica se sintetiza en una idea. En una Bandera. Y es un mandato.
Y las ideas no se matan. No mueren.
Y millones de brazos de dignidad y sueños, levantan esa Bandera. Recogen ese Mandato.
Y Néstor es Bandera.
Y los millones de brazos que la levantan, son la pared con la que se van a chocar y no van a pasar los que hoy cínicamente titulaban MURIÓ KIRCHNER.
Entonces comprendí.
ESTAMOS VIVOS. NÉSTOR VIVE
